noviembre 05, 2010

Así la descubrí y la voy descubriendo.

Después de mucho tiempo, después  de rechazar las invitaciones de mí esposa para conocer el norte del país, me dispuse a aceptar su ofrecimiento, y verdaderamente desde hace tres años que vengo  descubriendo un mundo increíble. Primero llegamos a Iquique, Luego estuvimos en Arica, y en cada una de estas partes descubrimos una serie de pueblos con historias heroicas, con una fe y religiosidad impresionante, con amargura y pena salitrera, con sencillez de vidas y esperanzas. Y así, caminando, poco a poco, este año, llegamos dos veces a La Serena. Y es que una sola vez no es suficiente, porque La Serena es como una mujer hermosa e interesante que uno no se cansa de mirarla y descubrirla. Pero La Serena un día nos dejo partir y descubrimos que había un valle lleno de poesía, de viñas y gente buena por el que se hacían espacio las aguas que iban formado el río    del Elqui. Otrora estas aguas, las del Elqui, fueros las que llevaron la poesía del valle hasta el mar y así la poesía cruzo el mar y llego hasta Europa y en Chile, después de un reconocimiento Nobel y planetario, en ese momento, recién, aqui, en nuestra patria, se reconoció a la Gabriela.

Quizás hay tardanza para mi llegada a la poesía de la Mistral, quizás nunca es tarde para descubrir la sensibilidad de lo humano. Quizás, sea mejor no perder más tiempo y, dejar que nuestra poetisa nos desoculte generosamente la belleza de su creación, que es un regalo, un regalo de amor.

Un río suena siempre cerca.
Ha cuarenta años que lo siento.
Es canturía de mi sangre
o bien un ritmo que me dieron.

O el río Elqui de mi infancia
que me repecho y me vadeo.
Nunca lo pierdo; pecho a pecho,
como dos niños nos tenemos.

Fragmento del poema “Cosas” de Gabriela Mistral

 

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